Cuanto más alta es la vibración, más sutil se vuelve la materia, y cuanto más lenta es la vibración, más densa se vuelve. Entonces, esta energía contraída, en su origen, es la Conciencia Divina, la Luz del Ein Sof, el infinito, como se conoce en la cábala, o, también podemos decir, la Mente de Dios; cada uno puede llamarlo como le parezca más adecuado para su entendimiento. Al final, el nombre nunca lo vamos a acertar.

Una vez que surge el concepto "yo soy", la unidad fundamental, nuestro sí mismo esencial, se separa, conceptualmente, claro. Porque en realidad no sucede, pero la mente cree que sí, cree que se separa como sujeto y objeto, en dualidad.

Cuando la conciencia impersonal se manifiesta y se identifica con cada una de las formas físicas, aparece la idea de "yo", y tal noción, al olvidar que no tiene una entidad independiente, al olvidar que no está separada de la totalidad, entonces transforma su subjetividad original en un objeto con voluntades, intenciones, anhelos y deseos y, como consecuencia de esto, y se hace vulnerable al sufrimiento. Esta falsa identidad es precisamente la "esclavitud" de la que se busca liberarse.

Las presuposiciones no sirven.

Concluir que los pensamientos tienen su origen en el cerebro es como dar por

cierto que el dedo se rompe a sí mismo por su propia decisión. Los pensamientos

provienen de la mente, pero lo mente no está en el cerebro; el cerebro es sólo el

medio a través del cual los pensamientos se manifiestan.

El movimiento o la vibración de la vida, de la vida primordial, de la vitalidad, mueven a la mente.

Y el movimiento de la mente genera, a su vez, el universo.

El sueño profundo es un estado de conciencia en el que la persona no es consciente de nada. En ese momento, la persona no percibe objetos, como lo hace en los estados de sueño con sueños y vigilia. La persona no es consciente de pensamientos, sentimientos o actividad alguna de la mente. Porque si fuese consciente, entonces la persona estaría despierta o soñando.

El sentido causal se halla presente tanto en el estado de sueño como en el estado de vigilia. Pero aquello que es considerado como una secuencia lógica en el estado vigilia, no siempre lo es en el estado de sueño. Cada estado tiene sus propias convenciones y reglas, que son declaradas falsas cuando las juzgamos desde otro estado.

Debido a que el estado de vigilia, que es el estado que consideramos como real, es tan sólo una parte de la experiencia vital. La experiencia adquirida de dicho estado es tan sólo una experiencia parcial, incompleta. De ahí que el conocimiento que se deriva del estado de vigilia puede conducir tan sólo a una verdad parcial; pues, como digo, se trata sólo de un fragmento de nuestra experiencia vital. Por lo tanto, la primera conclusión a la que llegamos es que cualquier conocimiento derivado solamente del estado de vigilia no nos llevará nunca al conocimiento de la Verdad absoluta.

¿Cómo, en un mundo en el cual, nos enseñan las tradiciones que todo es Uno, en un mundo de conocimiento y certeza, en el que, según nos dice la sabiduría, sólo hay paz y amor perfecto, cómo es que en un mundo así, existe también el sufrimiento, el dolor, la tristeza, la miseria, el miedo y la muerte?.