#30 La Carretera - Cormac McCarthy cover art

#30 La Carretera - Cormac McCarthy

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La carretera Acabo de leer la Carretera, de Cormac McCarthy, y me impactó. Tal vez porque tengo un hijo de 6 años y ser padre es uno de los aspectos fundamentales de ser la persona que ahora mismo soy, o intento ser. El libro cuenta la historia del camino de un padre con su hijo hacia el sur, a través de un mundo que ya ha muerto. Todos los días son nublados porque ya no brilla el sol, y las noches sin estrellas son más oscuras que la oscuridad. Siempre hace frío, y no hay comida, todo ha muerto.Los sobreviventes vagabundean buscando refugio, latas de conserva y cuidándose de las barbaridades que pueden hacerse los unos a los otros.Pero el autor no gasta palabras en describir este mundo post apocalíptico, sino es brevemente a través del día a día entre padre e hijo. Es a través de ellos dos que vemos lo que pasó, lo que pasa, y lo que podría pasar. La historia te hace sentir varias cosas, pero hay algunas que son constantes de principio a fin. La primera es el terror. Justamente el otro día hablaba con un amigo sobre el terror en la literatura y de cómo normalmente me parece difícil asustarse leyendo libros, que normalmente las historias narradas oralmente asustan más que las escritas, por la entonación de la voz, por las pausas, los silencios, porque el narrador puede sentir a los que lo escuchan y los que lo escuchan pueden sentirlo a él. Pero este libro me mantuvo asustado todo el tiempo. No porque pasen cosas terroríficas todo el tiempo, sino porque uno sabe que en cualquier momento podrían pasar, incluso sin que el narrador lo mencione. Cada vez que el niño tiene que esperar a su padre mientras entra a alguna casa abandonada a buscar algo para comer, y el narrador va describiendo lo que el tipo hace en la casa, como revuelve la basura, como mira si hay algo que pueda arder, como trata de encontrar algún par de zapatos… uno se queda con el corazón en la boca pensando en el niño que lo espera afuera, flaquísimo y asustado, sin tiempo de jugar.La segunda, y en contraste con la primera, es la belleza. El libro está bellamente escrito. Escenas cortas, frases cortas, como si las palabras fueran tan valiosas como la comida. Una prosa cargada con destellos de poesía, que tanto en lo que dice, como en lo que esconde, nos maravilla nuevamente del hecho de estar vivos en este mundo encantado en el que todavía se escuchan los pájaros cantar. Tal vez sea por la presencia de esta belleza que nos aterroriza tanto pensar que al niño le pase algo. McCarthy tuvo la capacidad de hacernos ver en él a todos los niños del mundo, y queremos, desesperadamente, que se salve. Y que con él se salven simbólicamente todos los niños que no hemos podido y los que nunca podremos salvar. Pero, en semejante contexto, ¿qué significaría que se salve? Esta es otra cuestión que se siente presente durante toda la historia. Están yendo hacia el sur escapando del frío, pero no hay ninguna esperanza de que las plantas revivan, o de que el sol reaparezca. En el sur tampoco hay comida y en cualquier lugar encontrar otras personas puede ser un peligro mortal. Me imagino que esta tercera cuestión es sobre el sentido de la vida. En semejantes condiciones no sería mejor morir? Tal vez. De hecho, varios años atrás, cuando el viejo revolver que llevaban para casos de emergencia todavía tenía 3 balas en vez de 2, la madre del niño se había decidido por el suicidio. Y se habría llevado también al niño de haber podido. Para ella era la mejor forma de cuidarse y de cuidarlo, para ella era un acto de autopreservación, incluso de amor. No la juzga el padre, ni el hijo, ni el narrador.Por otro lado están los que deciden seguir viviendo, o sobreviviendo. Pero por qué, o para qué. O acaso tiene que haber una razón más allá de la vida misma insistiendo en existir? Son preguntas que van y vienen mientras acompañamos a padre e hijo por los restos desolados de un mundo erigido sobre las crueldades del nuestro.Recuerdo que cuando tenía unos 11 o 12 años preguntaba en casa para qué vivir si de todas formas algún día nos vamos a morir y se acabó. En las familias religiosas sería fácil responder hablando sobre el paraíso, sobre la vida después de la muerte, o sobre la reencarnación y algún acercamiento paulatino a alguna perfección.Pero en un mundo lleno de masacres y barbaries como el nuestro, a veces es difícil hablar de un dios que se esconde en el libre albedrío que nos dió, o sobre cualquier otra esperanza divina. Una de las frases que se me quedó de la novela dice: “no hay Dios y nosotros somos sus profetas”. Pero a pesar de que el mundo parece estar desprovisto de cualquier tipo de sentido, y de propósito, ya sea humano, o divino, el padre decide resistir, continuar. Un día el niño le pregunta qué fue lo más valiente que ha hecho en la vida. Y el padre le responde: levantarme esta mañana. Luego el niño le pregunta si lo dice de ...
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