Brilla en tus Grietas: Meditación para Sanar y Renacer cover art

Brilla en tus Grietas: Meditación para Sanar y Renacer

Brilla en tus Grietas: Meditación para Sanar y Renacer

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Bienvenido a Meditación Guiada. Hoy traigo una meditación sobre Sanar el corazón y volver a empezar.Busca una postura cómoda… sentado o tumbado… con la espalda suave… la mandíbula relajada… los hombros cayendo un poco. Deja que tus manos descansen donde quieran… en el regazo… sobre el pecho… a los lados. Cierra los ojos con amabilidad… como si bajaras una persiana de seda.Siente el aire entrar… y salir. No hay prisa. La respiración se acomoda sola, como olas que van y vienen. Cada exhalación suelta una hebra de tensión… cada inhalación trae un hilo de calma.Imagina que estás en una orilla tranquila… al final de la tarde. El cielo tiene colores suaves… y el agua respira contigo. Frente a ti hay un banco de madera… te sientas… y el mundo decide ir más despacio.En las manos sostienes una cuerda fina. Es la cuerda de lo que duele… de lo que se fue… de lo que ya no está. No hace falta romperla… solo observarla. Siente su textura… su peso… reconoce que te sostuvo un tiempo… y que ahora quizá te impide avanzar. Acércala al corazón… dale las gracias… y deja que repose sobre tus piernas. No tienes que soltar nada ahora… solo permitir que la cuerda sea cuerda… y tú, tú.Haz un pequeño paseo por el cuerpo. Lleva la atención a la frente… y como si pasara una nube de algodón, alisa cualquier arruga. Los párpados pesan agradablemente… el espacio entre las cejas se vuelve amplio… la lengua descansa en el fondo de la boca. El cuello encuentra una longitud amable… los hombros caen como hojas en otoño. Tu pecho se abre un poco… el abdomen se ablanda… la espalda se acomoda. La pelvis descansa… las piernas pesan… los pies se sienten anclados a la tierra.Te cuento una historia breve. Un artesano de cerámica tenía una taza favorita que un día se agrietó. No quiso tirarla. La limpió… y rellenó la grieta con un barniz dorado. No ocultó la herida… la convirtió en dibujo. Cada mañana, al beber, recordaba que la belleza no es no romperse… es la forma en que te vuelves a unir. Hoy, tú eres esa taza. No necesitas borrar lo vivido. Puedes honrarlo… y seguir siendo útil… más aún, puedes brillar en tus líneas de oro.Vuelve a la orilla. Entre tus manos, la cuerda. Mírala con honestidad. Pregúntate en silencio: ¿Qué parte de este dolor es amor… y qué parte es costumbre? ¿Qué gesto pequeño me haría bien hoy… y qué gesto me hace daño y puedo posponer? Escucha la respuesta más simple… la que llega sin gritar.Lleva una mano al pecho y la otra al abdomen. Dite por dentro… como si susurraras a un amigo:Estoy a salvo.Soy suficiente.Puedo empezar de nuevo.Deja que cada frase caiga… como una piedra suave en el agua… y sientas las ondas expandirse en el cuerpo.Si aparece una emoción… no la empujes. Dale un asiento en el banco. Las emociones son visitantes. Algunas se quedan más… otras menos. Puedes respirar con ellas… sin convertirte en ellas. Tú eres la orilla… las olas son solo olas.Imagina que una brisa leve entra desde el agua. Trae un olor a limpio… a madera… a libro nuevo. La brisa toca la cuerda en tus manos… y por un momento… se siente más ligera. Quizá hoy no sea el día de soltar del todo… quizá solo de aflojar un tramo. Aflojar también es libertad.Piensa en tres cosas que hoy, aquí, están vivas a tu favor. Puede ser una persona buena… un vaso de agua fresca… una memoria que te hace sonreír… una habilidad que te acompaña… un rayo de luz en la pared. Agradece en silencio. La gratitud no niega el dolor… pero lo sostiene mejor.Tu respiración sigue… sin esfuerzo. Cada exhalación limpia una esquina… cada inhalación abre una ventana. Si notas una zona tensa… respírala como quien sopla sobre una taza caliente para poder beber… suave… presente.Visualiza ahora un faro en la distancia. El faro no corre… no grita… no se asusta. Solo gira… y ofrece claridad. Hay noches con tormenta… y noches en calma… pero el faro hace lo suyo. Pregúntate: ¿Cuál es mi faro hoy? Tal vez sea descansar mejor… alimentarte con más cuidado… caminar un poco… escribir lo que sientes… pedir ayuda. Elige una luz humilde… y guárdala en el bolsillo de tu día.Vuelve a mirar la cuerda. Agradece lo que significó. Y elige qué hacer ahora. Puedes sujetarla flojo… puedes anudarla a un árbol y seguir caminando ligero… puedes dejarla en el banco y observar que sigues siendo tú… incluso más tú. No hay decisión perfecta… solo la siguiente decisión amable.Respira… y repite por dentro… despacio:Me trato con cariño.Confío en mi proceso.Me doy permiso para volver a empezar.Permanece unos instantes en silencio… en compañía de tu orilla… de tu faro… de tu cuerpo más suelto. Nada que demostrar. Solo estar.Cuando quieras, vuelve a sentir la habitación. Los sonidos a tu alrededor… la temperatura del aire… el peso agradable del cuerpo. Mueve los dedos ...
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