Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda cover art

Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

By: Juan David Betancur Fernandez
Listen for free

About this listen

Este podcast está dedicado a los cuentos, mitos y leyendas del mundo.© 2025 Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda Literature & Fiction Social Sciences World
Episodes
  • 679. El Patito Feo (Milenials)
    Aug 16 2025

    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.

    Juan David Betancur Fernandez
    elnarradororal@gmail.com

    Había una vez En una granja con más drama que una telenovela venezolana una pata que en sus tiempos libres se dedicaba a ser Influencer . La pata en cuestión que realmente se creía muy global aunque solo tenía 3000 mil seguidores estaba muy emocionada. Hacia unos días había recibido 4 huevos por el servicio de delivery. Lo había hecho así porque una amiga le había dicho que la mejor manera para mantener la línea de juventud era encargar los huevos en vez de tenerlos directamente. Pues después de recibir los huevos finalmente los puso en su nido hecho con productos reciclables y allí los puso al cuidado de una lamparita que les diera calor y luz. Ella estaba demasiada ocupada con sus clases de pilates para dedicarle el tiempo a sus huevitos. Después de unos días Sus huevos estaban por eclosionar ( que es como llaman los habitantes del siglo pasado a la acción de reventarse internamente para nacer. Y esto la hacia demasiado feliz. Tanto que ya tenía los nombres listos: Sunny, Honey, Cutie otro que ella no sabía de donde había salido ya que era un poco rarito y diferente. Siempre sospecho que el servicio de delivery se habia equivocado., en fin este huevo no tenía nombre aún

    Cuando por fin eclosionaron (de nuevo esa palabreja horrible) y los patitos nacieron eran sencillamente adorables y ella preparo su cámara y sus luces para tomarles las fotos de instagram. Amarillos, redonditos, con ese look de “recién salidos del spa”. Pero el último... el último parecía un glitch. Ya que era Gris, desgarbado, con cara de “no me cargó bien la textura que deseaba y tampoco me funciono el filtro que queria”.

    Sunny lo miró y dijo: —¿Ese es nuestro hermano o un NPC que se nos metio sin saber? Honey soltó: —Literalmente no da vibes de pato. Cutie solo lo grabó para subirlo a sus stories con el sticker de “diferentico”.

    La mamá Pata intentó defenderlo: —Cada uno tiene su belleza interior. Pero incluso ella dudaba mientras lo colocaba con el tag #DiferentePeroEspecial en su Instagram.

    El patito, que aún no tenía nombre porque nadie se lo quiso dar, empezó a sentir que no encajaba. En la granja lo ignoraban, lo empujaban en la fila del maíz, y hasta el gallo le decía: —Bro, tu estética es muy low-res para este corral.

    Intentó hacer amigos con las gallinas nada que ver, pero ellas solo aceptaban aves con plumas brillantes y posturas perfectas. —Tu aura está desalineada —le dijeron mientras hacían la postura del huevo cósmico.

    Un día salió a caminar por su propia cuenta y Pasó por un estanque donde nadaban cisnes, elegantes como si fueran modelos de perfume francés. Se acercó tímido, pero ellos lo miraron como si fuera un pop-up de antivirus. —No aceptamos patitos con energía de “antes del cambio”.

    El patito se alejó, triste, y se refugió en un rincón del bosque. Ahí, sin Wi-Fi ni likes, empezó a conocerse. Leía hojas como si fueran libros, hablaba con el viento, y se grababa monólogos que nadie veía. Pero algo dentro de él empezaba a florecer. Se sentía raro pero como no tenía social media no había nadie que le hiciera ciber bulling y su su autoestima se libero de lo toxico del ambiente social en que vivía anteriormente.

    Pasó el invierno. Frío, largo, introspectivo. El patito sobrevivió comiendo lo que encontraba y soñando con ser aceptado. Pero en primavera, algo cambió.

    Se miró en el agua y... ¡plot twist! Ya no era gris ni torpe. Era absolutamente hermoso. Ya no tenía figurita de pato, era grande y esbelto y era blanco como la nieve del invierno. Era realmente un cisne. Un cisne de esos que parecen salidos de una campaña de Dior. Cuello largo, plumaje blanco con reflejos dorados, mirada profunda como

    Show More Show Less
    8 mins
  • 678. La Loteria (Shirley Jackson)
    Aug 13 2025

    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.

    Juan David Betancur Fernandez
    elnarradororal@gmail.com

    Había una vez en un pueblo del centro mismo del pais una tradición que después de muchas generaciones aún se conservaba en aquella región dedicada exclusivamente a la agricultura. Era la mañana del 27 de junio y esta amaneció clara y soleada con el calor lozano de un día de pleno estío; las plantas mostraban profusión de flores y la hierba tenía un verdor intenso. La gente del pueblo empezó a congregarse en la plaza, entre la oficina de correos y el banco, alrededor de las diez; en algunos pueblos había tanta gente que la lotería duraba dos días y tenía que iniciarse el día 26, pero en aquel pueblecito, donde apenas había trescientas personas, todo el asunto ocupaba apenas un par de horas, de modo que podía iniciarse a las diez de la mañana y dar tiempo todavía a que los vecinos volvieran a sus casas a comer.

    Los niños fueron los primeros en acercarse, por supuesto. La escuela acababa de cerrar para las vacaciones de verano y la sensación de libertad producía inquietud en la mayoría de los pequeños; tendían a formar grupos pacíficos durante un rato antes de romper a jugar con su habitual bullicio, y sus conversaciones seguían girando en torno a la clase y los profesores, los libros y las reprimendas. Bobby Martin ya se había llenado los bolsillos de piedras y los demás chicos no tardaron en seguir su ejemplo, seleccionando las piedras más lisas y redondeadas; Bobby, Harry Jones y Dickie Delacroix acumularon finalmente un gran montón de piedras en un rincón de la plaza y lo protegieron de las incursiones de los otros chicos. Las niñas se quedaron aparte, charlando entre ellas y volviendo la cabeza hacia los chicos, mientras los niños más pequeños jugaban con la tierra o se agarraban de la mano de sus hermanos o hermanas mayores.

    Pronto empezaron a reunirse los hombres, que se dedicaron a hablar de sembrados y lluvias, de tractores e impuestos, mientras vigilaban a sus hijos. Formaron un grupo, lejos del montón de piedras de la esquina, y se contaron chistes sin alzar la voz, provocando sonrisas más que carcajadas. Las mujeres, con descoloridos vestidos de andar por casa y suéteres finos, llegaron poco después de sus hombres. Se saludaron entre ellas e intercambiaron apresurados chismes mientras acudían a reunirse con sus maridos. Pronto, las mujeres, ya al lado de sus maridos, empezaron a llamar a sus hijos y los pequeños acudieron a regañadientes, después de la cuarta o la quinta llamada. Bobby Martin esquivó, agachándose, la mano de su madre cuando pretendía agarrarlo y volvió corriendo, entre risas, hasta el montón de piedras. Su padre lo llamó entonces con voz severa y Bobby regresó enseguida, ocupando su lugar entre su padre y su hermano mayor. La lotería -igual que los bailes en la plaza, el club juvenil y el programa de la fiesta de Halloween- era dirigida por el señor Summers, que tenía tiempo y energía para dedicarse a las actividades cívicas.

    El señor Summers era un hombre jovial, de cara redonda, que llevaba el negocio del carbón, y la gente se compadecía de él porque no había tenido hijos y su mujer era una gruñona. Cuando llegó a la plaza portando la caja negra de madera, se levantó un murmullo entre los vecinos y el señor Summers dijo: «Hoy llego un poco tarde, amigos». El administrador de correos, el señor Graves, venía tras él cargando con un taburete de tres patas, que colocó en el centro de la plaza y sobre el cual instaló la caja negra el señor Summers. Los vecinos se mantuvieron a distancia, dejando un espacio entre ellos y el taburete, y cuando el señor Summers preguntó: «¿Alguno de ustedes quiere echarme una mano?», se produjo un instante de vacilación hasta que dos de los hombres, el señor Martin y su hijo mayor, Bax

    Show More Show Less
    29 mins
  • 677. La Dama de Advie (Leyenda Irlanda)
    Aug 11 2025

    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.

    Juan David Betancur Fernandez
    elnarradororal@gmail.com


    Había una vez hace algunos siglos en el corazón de las Tierras Altas, un diminuto pueblo llamado Advie. Este pueblo quedaba donde Irlanda se funde con la bruma y los suspiros del viento que provienen del mar del norte. Advie No aparecía en los mapas, y quienes lo conocían decían que estaba protegido por los antiguos, por espíritus del bosque y pactos olvidados. Las colinas verdes se ondulaban como un mar dormido, y los bosques eran tan espesos que la luz del sol apenas tocaba el suelo.

    En ese rincón encantado vivía Aine, una joven cuya belleza no era solo física, sino profundamente espiritual. Su cabello dorado parecía tejido por el sol del equinoccio, y sus ojos azules contenían la nostalgia de los lagos antiguos. Aine no caminaba: danzaba entre los árboles, hablaba con los ciervos, y tejía coronas de flores que duraban más allá de su estación. Era la hija del bosque, la guardiana de la esperanza.

    Un día, el destino le presentó a Eamon, un pastor de mirada clara y manos curtidas por el trabajo. Él tocaba una flauta de madera que había tallado él mismo, y sus melodías hacían que los pájaros se acercaran y los lobos se alejaran. Su amor fue inmediato, como si sus almas se reconocieran de vidas anteriores. Se encontraban en un claro secreto, donde los robles formaban un círculo perfecto, y allí juraron amor eterno bajo la luna de Samhain.

    Pero la guerra llegó como una sombra que cubrió toda Irlanda. Eamon fue llamado a luchar, y en la víspera del Día de Todos los Santos, prometió regresar un año después, al anochecer, en el mismo claro donde se habían jurado amor. Aine esperó. Y esperó. Cada año, en esa misma fecha, vestida de blanco, con una corona de flores silvestres, se sentaba en la roca del claro, mirando hacia el sendero por donde él debía volver.

    Los aldeanos comenzaron a acompañarla en silencio, dejando velas encendidas y canciones suaves. Pero el año prometido llegó, y Eamon no volvió. Las noticias hablaban de muerte, de traición, de cuerpos sin nombre. Aine, devastada, caminó sola al bosque en una noche sin luna. Nunca regresó.

    Desde entonces, cada 1 de noviembre, cuando la niebla cubre Advie como un sudario, aparece una figura entre los árboles. La llaman La Dama de Advie. Su vestido blanco parece hecho de luz y rocío, con encajes que se desvanecen como humo. Su rostro está cubierto por un velo, pero sus ojos brillan con una tristeza que atraviesa el alma.

    Los que la han visto juran que ella camina sin tocar el suelo. Que su caminar le permite flotar entre los helechos y las flores del bosque. Que cuando canta es un gaelico antiguo que no permite ser traducido por los habitantes modernos de la isla pero que se siente como un lamento profundo por un amor perdido. En ocasiones extiende la mano haciendo un gesto de invitación a los viajeros que encuentra invitándolos a seguirlas bosque adentro.

    Se cuenta que quienes en una arrebato de locura deciden seguirla son llevados a un claro en el bosque donde el tiempo se detiene y que una vez allí la dama de Advie les pregunta si tienen algún deseo que no hubieran realizado.

    Los ingenuos que has osado responderle pueden ver cumplido su deseo cuando vuelven de aquel lugar pero que a cambio la dama les hace pagar un precio significativamente alto. Algunos narran como desde ese momento pierden la alegría y la esperanza y que luego comienzan a vivir una vida tan gris que solo es cubierta por un manto de tristeza que los hace pensar en quitarse la vida.

    Quienes han sido tocados por su mirada dicen que sienten una marca invisible en el alma. Sin embargo aquellos que resisten a los encantos de la Dama reconocen

    Show More Show Less
    7 mins
No reviews yet
In the spirit of reconciliation, Audible acknowledges the Traditional Custodians of country throughout Australia and their connections to land, sea and community. We pay our respect to their elders past and present and extend that respect to all Aboriginal and Torres Strait Islander peoples today.