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Lástima que "Il Diavolo" sea uno de los pilotos más rápidos del mundo y tenga un lugar en la cabina de Titan Racing. Ya en su primer encuentro hubo un gran enfrentamiento entre ambos. Dante Di Santo parece decidido a hacerle la vida imposible a Riley como jefa de prensa. Pero Riley tiene cosas mejores que hacer.

No es ningún secreto que tengo una profunda aversión a los ascensores. La idea de quedarme atrapada y asfixiarme miserablemente hace que normalmente prefiera utilizar las escaleras. Pero hoy hago una excepción.

El incidente de Barcelona sacudió a Kenzie hasta la médula. Se quiere alejar de Cesare, decidida a olvidar el amor prohibido que siente por él. Pero no ha contado con la opinión del testarudo jefe del equipo. Porque él no está dispuesto a dejar ir a su gran amor. Confiará Kenzie a Cesare lo ocurrido en Barcelona? ¿Cómo reaccionará Cesare? ¿Qué futuro le espera a un amor prohibido que parece estar bajo la penumbra? ¿Y si se revela por un periodista respetado el secreto más fatal de la serie del Rey?

Cuando Allegra conoce al apuesto y misterioso Hunter en la boda de su hermana, se embarca en un tórrido romance con él. Sin promesas. Sin compromisos. Sin preguntas. Como Hunter dirige un imperio multimillonario en Nueva York y ella vuela por todo el mundo en su trabajo como directora de eventos para Titan Racing, sus caminos no volverán a cruzarse.

Sancho no era viejo, simplemente un hombre maduro. Feo, calvo y cuarentón, se veía obligado a acostarse con la madre de sus hijos a la que también llamaba “mamá”, pero también tenía una amante que vivía en su misma escalera. Aquella noche, borracho, se equivocó de piso. Cuando despertó, unos brazos helados y endurecidos le abrazaban sin que pudiera zafarse de ellos.

Alguien le dijo que, si quería ser una gran pianista, no debía enamorarse de ningún hombre, ser refractaria al amor, y hacer algo tan simple como dibujar una manzana, una manzana grande en la hoja de un bloc y sentarse encima... Hasta que un día sintió su cuerpo invadido por aquel niño perverso que la mordía, la arañaba hasta hacerle orinar sangre. Solo había una manera de conseguir liberarse y acudió a la consulta de aquella psiquiatra.

La muchacha inexperta sintió frio en todo el cuerpo excepto en las entrañas, donde parecía albergar un fuego que la abrasaba. Recordó el dolmen y el gran perro negro de ojos muy brillantes que, medio tendido sobre la gran losa pétrea, una mesa para gigantes, parecía sentírse el dueño del mundo.