Juan Alfonso Baptista, más conocido como El Gato, ha pasado más de la mitad de su vida frente a una cámara.

Y, como muchas otras personas en el medio, ha sido aplaudido, pero también juzgado, etiquetado y definido por personas que no saben lo que existe detrás del personaje. Sin embargo, más allá de su experiencia, hay algo invaluable que sucede en este episodio, y es la invitación que él nos hace desde lo que ha transitado: una invitación, absolutamente necesaria y urgente, a reconocernos como iguales.

Esta semana, El Gato llega para invitarnos a reflexionar sobre lo que somos como humanidad, así como la forma en la que, teniendo la capacidad de embellecer el mundo y de alentar a los demás desde el amor, hemos escogido destruirnos los unos a los otros a través de las palabras, de los juicios y de olvidar que todos sentimos miedos, soledad y deseo de pertenecer.

Este episodio es un llamado a despertar. A empezar a actuar desde la empatía, el amor y la compasión. A dejar de gastar nuestro tiempo dividiéndonos y señalando al otro, mientras perdemos la capacidad de asombrarnos de una vida que es compleja, pero también hermosa.

A dejar de mirarnos como enemigos, a tratarnos con respeto y a recordar que, como los pájaros que se visten del mismo color para volar juntos, todos venimos del mismo lugar, y buscamos el mismo destino.

Gracias, Juan. Infinitas gracias. Por recordarnos lo más importante de todo, y por invitarnos a vivir desde allí. Porque el mundo lo necesita. Porque todos nosotros lo necesitamos.

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