ACTITUD HUMILDE
La naturaleza del hombre caído es considerarse superior a los de más en conocimiento, en riquezas y talentos. Debido a este ego inflado, difícilmente acepta que hay hombres superiores a ellos en barios aspectos, pues el aceptarlo, sería el peor de las humillaciones. Esta clase de actitud es inadecuada, sobre todo en aquellas personas que han aceptado a Jesucristo como su Señor y Salvador. Pues el anhelo del Señor es que todos sus siervos sean humildes y vean a otras personas como superiores a ellos mismos. Esta actitud que anhela el Señor, es complicada para un gran número de creyentes, debido a que todavía su naturaleza carnal sigue viva dentro de su ser, pese su encuentro personal con Cristo. Aunque sea difícil tener una actitud humilde delante de los hombres, el creyente debe tratar, pues es la voluntad de su Señor y por tal razón debe poner todo su esfuerzo para mantenerse humilde delante de otros, aceptando que ellos son mejores.
Filipenses 2:3.

SIN MIEDO
La delincuencia, cada vez más está tomando el control de las calles, por eso, un gran número de personas, viven atemorizadas de que en algún momento puedan ser víctimas de estos hombres perversos. Por este temor constante, algunas personas han optado por cerrar las puertas de sus locales comerciales, tratando de esta manera resguardar sus vidas. Ante este temor generalizado de las personas, la palabra del Señor da un soplo de aliento para que no sigan viviendo en el temor a los hombres malvados y perversos, por eso, Dios en su palabra declara estar junto a sus hijos para cuidarlos y protegerlos de toda asechanza maligna. Esta promesa lo hace, pues Él es el Dios todopoderoso de su pueblo amado y redimido. Ante estas palabras de Dios, sus hijos pueden tener la certeza que no solo los cuidará y protegerá, sino que también les ayudará y les dará la victoria sobre todos aquellos que tramen maldad en contra de ellos. Ya no Viva en el temor, confié en el cuidado y la protección del Eterno Creador. Isaías 41:10.

MÍA ES LA VENGANZA
Los deseos de venganza están impregnados en la mente y en el corazón de los hombres, por eso bajo su perspectiva, toda agresión u ofensa recibida, debe ser pagada con la misma moneda y si es posible con más severidad todavía. Aunque para la humanidad esta forma de actuar sea aceptada como algo normal, la venganza no es una acción apropiada para los que han aceptado a Cristo Jesús en sus corazones, ya que esta acción es un atributo del Eterno Creador, quien tiene el poder y la autoridad para juzgar y castigar de manera justa y precisa a quienes obran mal en contra de su prójimo. Por eso, los creyentes en vez de buscar justicia con sus propias manos en contra de los que les han ofendido, deben perdonar con sinceridad y tratar a sus agresores con bondad, amor y respeto, confiando plenamente que Dios a su debido tiempo, se encargará de derramar su justa justicia en la vida de aquellas personas malvadas y pecadoras. Ya que el Señor dijo: mía es la venganza, Yo les daré lo que se merecen. Romanos 12 :19.

Vida humana.
Cada día se va devaluando el valor de la vida humana, esto se puede evidenciar, ya que en los congresos o senados de los países del mundo, se discuten y se aprueban nuevas leyes que protegen y benefician a los animales más que a los embriones humanos. Si un animal es maltratado, el agresor puede ser apresado, en tanto que si un embrión es abortado, los agresores no sufren ningún castigo. Para el hombre la vida de un animal puede tener mas valor, pero para Dios, la vida humana tiene mas valor que la vida de un animal. Este alto valor lo tiene desde el momento que es concebido, ya que el hombre tiene su misma imagen. Este valor que le da Dios al hombre fue demostrada por las palabras de Jesucristo a los sacerdotes y fariseos del pueblo judío que trataban que Él, no obrara en favor de un hombre que tenia una mano paralizada. Éstas fueron las palabras del Señor: "¡Pues una persona vale mucho mas que una oveja! Por eso esta permitido hacer el bien en el día de descanso." Mateo 12 :12.

ATENTA MIRADA
La mirada atenta del Señor a los hombres, no se aparta ni por un instante, pero pese a esta realidad, algunas personas que han aceptado a Jesucristo como su Señor y Salvador, creen confiadamente en su corazón que en ciertos momentos de sus vidas, el Señor no está atento a sus palabras, acciones o pensamientos, por eso en esos momentos que creen que el Señor no los ve, seden a los deseos de su vieja naturaleza de pecado. Incluso algunos llegan a creer que si se esconden en un lugar cerrado y apartado a practicar el pecado, no van a estar en los radares del Señor de los ejércitos Celestiales. Cualquier pensamiento parecido a estos, están errados, ya que el Señor ni por un instante quita su atenta mirada de sus redimidos. El creyente siempre está en el radar del Unigénito Hijo de Dios, aun cuando se encuentre en los rincones más inhóspitos de la tierra. Nada es oculto a la atenta mirada de Dios, Él lo ve absolutamente todo, y en el momento menos esperado, enviará su disciplina sobre sus hijos rebeldes.
Ezequiel 8:12.

DISCRIMINACIÓN
Aunque no lo parezca, en la actualidad la discriminación dentro de las congregaciones cristianas persiste, ya que no todos los miembros del cuerpo de Cristo son tratados de igual manera, siempre hay un trato diferenciado o especial a los hermanos por su posesión social, por el color de la piel, por la etnia, por la edad o por el género. Este trato diferenciado no debe existir entre los hermanos de la fe, ya que el Unigénito Hijo de Dios no entregó su vida en el madero para establecer una iglesia para los judíos y otra para los gentiles, una para los amos y otra para los esclavos, una para los de una etnea y otra para los de otra etnea, una para hombres y otra para mujeres, etcétera. Cristo entregó su vida para establecer una sola iglesia, en el cual no hay diferencias, todos los miembros son iguales pese a las diferentes cualidades y características que puedan tener. Todos los creyentes están unidos a Cristo, por ende, todos los creyentes son iguales, razón por la cual no debe a ver ninguna clase de discriminación dentro de la iglesia.Gálatas 3:28.

Perseverancia.
El camino trazado por Jesucristo para sus seguidores, no es un camino fácil, ya que está lleno de pruebas y obstáculos, los cuales tienen que superar, no en sus fuerzas, sino el las fuerzas del Señor de los Ejércitos Celestiales. En el mundo, un gran número de personas que aceptaron el evangelio de la salvacion y la vida eterna al encontrarse con esta realidad, desisten de seguir adelante y prefieren volver a sus vidas antiguas de pecado, sin importarles que al hacerlo, recibirán mayor condenación que las personas que nunca aceptaron el evangelio de la cruz. Pese a lo difícil que sea seguir el camino trazado por Cristo, el creyente debe perseverar en seguir este camino hasta el final, ya que su perseverancia tendrá una enorme recompensa, no para esta vida, sino para la vida venidera, pues el Señor es su palabra promete, que a los que perseveran en su camino y lo aman, les dará la corona de vida. Esta maravillosa promesa, el Señor lo va a cumplir cuando el creyente finalmente llegue a su morada eterna. Santiago 1:12.

ORACIÓN POR EL PRÓJIMO

Frecuentemente nuestras oraciones a Dios Padre por nuestros familiares, amigos y seres queridos, es para que el eterno Creador derrame bendiciones en sus vidas. Bendiciones como la salud, el empleo, los estudios, prosperidad económica, etc. Pedir bendiciones como estas para nuestros familiares y seres queridos es bueno, pero no es lo fundamental, ya que todas estas bendiciones son pasajeras, pues se quedarán cuando partan de este mundo. Por eso antes de pedir por bendiciones materiales para quienes apreciamos, primero deberíamos pedir por las bendiciones espirituales para sus vidas, pues estas bendiciones pueden llevarlos a una eternidad junto a Dios Padre. Es importante que pidamos por el crecimiento espiritual de quienes amamos, que crezcan cada día más en el conocimiento de la palabra de Dios y su voluntad. Además, que desborde en ellos el amor a Dios y el amor por sus semejantes, ya que el amor es lo más importante para la vida del creyente. Filipense 1:9.