Después de mucho andar por la parte baja de la tabla, nos toca Kamikaze de Luis Alberto Spinetta. Muchas veces ha pasado quedarnos sin palabras frente a algunas canciones y aquí es todo un integral en el que no existe forma de poder poner en palabras sensaciones. Se habla de música, se habla de poesía, se habla de intenciones. También de enigmas y de otras cuestiones bastante más livianas frente al contraste de una obra de arte integral de principio a fin. Un contexto complicado, casi fortuito, que le dio al álbum ese carácter belicoso: mientras Luis se arrojaba al vacío solo con su guitarra y algunas intevenciones de Diego Rapoport en las teclas, Argentina atravesaba la Guerra de Malvinas. 

Un episodio más de Cien Discos, Dos Romeos y en esta oportunidad le toca al número 99 en la lista: Perro de Playa, de Man Ray. Toques refinados de pop, disco desconocido para ambos y hasta reacciones en vivo (?) a canciones que creíamos no conocer. La producción, las voces, las guitarras. Todo ganancia en un disco que no esperábamos que nos guste tanto. 

En el episodio de hoy, una oda a un hippismo diferente al que podemos conocer hoy. Conesa, una pieza combativa del año 1972 lanzada por el dúo de Miguel Cantilo y Jorge Durietz. El contexto del disco y un viaje que arranca complicado para uno de los dos, pero termina cautivando por su honestidad, frescura y dinámica. Esto desemboca en un final con un divague no tan profundo sobre la idea de la libertad y las utopías con 50 años de diferencia. 

En este nuevo episodio, nos toca analizar Divididos por la Felicidad de Sumo. La sutil mezcla entre la new wave y el reggae, las atmósferas y el encanto de Luca Prodan puesto al servicio de un puñado de canciones que se volvieron emblemáticas con canciones de -máximo- dos acordes. Según aquella encuesta de Rolling Stone, el quinto mejor album de la historia del Rock Nacional. 

En el primer episodio de 100 discos 2 Romeos, nos abocamos a escuchar íntegramente a Andrés Calamaro firmando su "Nadie Sale Vivo de Aquí" Testimonio de época y al mismo tiempo una forma de poder acercarse a aquella melancolía tan particular que infiere Andrés. El desarraigo presente, en un contexto en el que ni siquiera hace falta ponerse en el extranjero para palparlo.